"El arte tiene un deber social que es el dar salida a las angustias de su época. El artista que no ha ocultado en el fondo de su corazón el corazón de la época y que ignora que el artista es un chivo expiatorio, cuyo deber consiste en imantar, atraer, echar sobre sus hombros las cóleras errantes de la época para descargarla de su malestar psicológico, ése no es un artista."
La anarquía social del arte; Antonin Artaud
La comunicación es el fenómeno que lleva las riendas de toda iniciativa. Sin ella, las relaciones sociales se limitarían a un mezquino saludo, que a duras penas sabríamos interpretar, o lo que es peor, creeríamos que se nos está declarando algo que poco tiene que ver con lo que realmente pudiera estar pasando. Sería una perogrullada decir que el mundo está comunicado. Pero además, que esta comunicación se sitúa a diferentes niveles de carácter, de la misma manera que se manifiesta en formalizaciones diversas. El acto comunicativo interrelaciona a los sujetos, dotando a la colectividad de la capacidad de transferir la información generada, o recibirla y procesarla, para someterla a modificación interpretativa. La información navega por el consciente colectivo de la humanidad, construyendo filosofías, ideologías y religiones, que acaban por constituir el núcleo de las culturas. La diversidad de observación y análisis multiplica la interpretación de un mensaje, y por consiguiente la cantidad -y en algunos casos: la calidad- de los discursos existenciales o de situación. Sin embargo, a pesar de la naturaleza que puedan tener estos y de la amplia gama de variedades, el acto de extrapolar un concepto desde la propia conciencia de un primer individuo activo, a la conciencia de otro, estimula la necesidad de contar. Ya desde siglos atrás numerosos han sido los hombres y mujeres que han querido exponer historias que marcasen en la propia memoria histórica, ya sea con un carácter meramente informativo, reivindicativo o artístico; o sencillamente con el fin de entretener. Se halla producido por las causas que sean, sea por constitución natural de la especie, o sencillamente por una cuestión promovida por la curiosidad en lo exótico, la información siempre ha sido dotada de un carácter móvil que a derribado fronteras y restricciones, de mismo modo que ha sido quemada y destruida, perdiendose en el tiempo, y por lo tanto, siendo descartada de una historia justificada para ser concebida como una mera hipótesis o especulación interpretativa de los hechos. La comunicación, en cierta forma -por no caer en dogmas impertinentes- constituye la cualidad imprescindible para la constitución de un colectivo o sociedad.
Las sociedades están sometidas a invasiones informativas; a cuentos y preludios. Constantemente se emiten flujos que corren de un lado a otro, fortaleciendo textos o, por lo contrario, combatiendo posturas de conocimiento. En la política, desde siempre, incluso en la estructura feudal, la palabra consistía la llave para alcanzar el apoyo del gentío, y en cierto modo el somnífero para mermar el espíritu rebelde y libre que se posee en cada uno de los hombres. El uso de la palabra y el arte por disertar un discurso convincente han sido desde muchos años el verdadero terror del soberano, del mismo modo que la herramienta de convicción de este para ser respetado y temido. Visto así, esta claro que la palabra y el acto de comunicarla a supuesto la formula para promover el cambio, desde el sentido y la perspectiva social y política desde la que se mire. Hoy en día aún se puede ver con más claridad que el medio comunicativo es el arma más poderosa. Como un espía en una unidad militar, la palabra se inmiscuye en los lugares más remotos, acusando o vanagloriando en el sentido en el que se manifieste.
En la edad media, cuando los juglares recorrían largos caminos en busca de nuevos mundos para enriquecerse de nuevas que pudieran cautivar a una multitud, y dotar con cierta voluntad ética, la fascinación por lo desconocido, el papel que jugaban representaba el medio más lucrativo de conocer la verdad remota, que para muchos era inaccesible e incluso alterada. Suponía un medio que guiaba a la gente a tener conciencia de su época. El juglar era el reportero del pueblo. El carácter autónomo y nómada que caracterizaba su figura apunta a que en cierta manera su papel suponía un combate contra el organismo represor. La implicación colectiva y trotamundista dotaba a esta figura histórica como un activista de la información. La comunicación oral siempre ha configurado reacciones directas en la emotividad del oyente, que se ve alterada por dicho discurso, realizado en un lugar y tiempo determinado. La transmisión de ideas -vamos a dejarlo en propósitos- genera colectividades y en una mayoría de casos repercusiones activas, pudiendo estar culminar en revueltas y/o en la posesión del poder mediante la convicción popular. La historia a demostrado que el discurso es más efectivo que la imposición violenta. Son numerosos los que han acabado asesinados con un tiro en la cabeza por tratar de alcanzar un sueño, o sencillamente, como sucede en el caso de Lennon, han supuesto un incordio para el gobierno soberano. La idea de que un artista con semejante valor simbólico, conocido en todo la faz de la tierra, capaz de alterar los sondajes de expectación mediatica de forma tan brusca, y apuntalando que su discurso sería interpretado como una figura divina, mosqueó al gobierno de Nixon, dotado de armamento y en plena guerra de descontento social. La sencilla aparición de tal individuo generaba tal revuelo que podría haber llevado cualquier situación al limite.
La dinámica de la era contemporánea esta sujeta a lo audiovisual. La difusión comunicativa, representada en pantallas y soportes físicos, acentúan el culto al icono. Se generan ídolos añadiendose en el discurso como un elemento más de convicción. La capacidad de recibir más estímulos sensoriales potencian la credibilidad del mensaje y la experiencia del producto supone la posibilidad de ser. Es decir, lo que en un pasado podría considerarse como una utopía, un deseo lejano e inalcanzable -se podría hasta pensar que insostenible- la grandeza de la representación de la realidad las convierte en aspiraciones alcanzables, en realidades que parecerse y en posicionamientos que afiliarse.
De todos modos, hablar de esperanza en un mundo regido por un sistema estimulado por el hiperealismo de los eventos simulados es algo complicado de sentir. Considerando que el desarrollo de la técnica del espectáculo, con todos los factores que conforman dicho aparato, desde la actuación e interpretación por parte de los actores hasta la capacidad de recrear universos complejos, añadiendo en el potaje la ciega fe en la ciencia y la tecnología, sugieren las cartas suficientes para batir y apoderarse del dominio mediático, y por consiguiente, de una gran mayoría del conjunto colectivo. La figura del chaman utilizaba ciertos mecanismos para actuar en la psique de sus pacientes, al igual que la del pastor o incluso la del psicoanalista. La inventiva y el talento por generar estímulos en el individuo con tal de extraer o reconducir las incoherencias del pensamiento, dictaminadas estas por la aceptación general del colectivo, reactiva la fuerza de un imán y el asentamiento de focos de atracción popular. Las artes se mezclan como recurso para atraer, entre el discurso político, social, cultural y religioso, una alternativa independiente de acción.
El arte es un fenómeno difícil de definir, su significado es muy relativo y variable; no le podemos negar su multiplicidad significativa. El arte esta estrechamente ligado al retrato de una época, de una sociedad, de una cultura, e incluso de una ideología. Pero por otro lado se caracteriza por su aire individual. Este existe por si solo, sin necesidad más que de la propia voluntad del ejecutante por cumplir determinados objetivos propuestos, ya sean a través de encargos remunerados o de obras benéficas o propagandísticas. La necesidad de exponer, ya sea la técnica y la habilidad o el concepto e ideología subraya la naturaleza casi omnipresente de esta actividad. A necesidad de manifestar una represión o comunicar unos valores (entiendase desde su perspectiva más amplia) la instauración del arte en la red -mejor dicho: la intrusión- dota el medio de reaccionario y por lo tanto alimenta las posibilidades de reacción de cara al objetivo declarado. La red se convierte en un campo de batalla de igual forma que la ciudad y las sociedades en un escenario. La practica artística se transforma en una herramienta reaccionaria que revela el mecanismo y destapa el truco de la mano invisible. Son muchos los que han incentivado la red para combatir, utilizando el mismo lenguaje y estrategias que el propio oponente. Las reglas del juego se instauran al instaurar la ley, y aquí es donde se sitúa el objetivo. La puesta en duda de la fortaleza de dicho sistema, o lo que es lo mismo: señalar las debilidades de este, localizan el talón de Aquiles. La red no tiene ley ni tampoco materia.
El activismo en la red propone que las multiplicidades de identificación se conviertan en fantasmas, en existencias que aparecen, actúan y desaparecen. Ofrece la posibilidad de esconder la existencia detrás del código binario. El material: imagen, sonido y texto. En internet todo esfuerzo físico desaparece, y la implicación diaria, el hacerse notar supone lo mas importante para crear expectación, que conforma la llave para activar el mecanismo de defensa. El activismo en la red se convierte en un ente igual o parecido al de una empresa ofreciendo sus productos, pero debido a su naturaleza minoritaria, actúa como guerrilla, avanzando con estrategias a partir de avatares y ejerciendo movilidades. En cierta manera el activismo en la internet es un halo de esperanza por modificar la conciencia social. Se esfuerza directamente en atraer integrantes, seguidores que expansionen la causa por la que se actúa.
La naturaleza del medio facilita las cosas. Pudiendo eliminar la complicidad física y sin alterar el estado social, se puede ser funcionario y activista a la vez. La dualidad ayuda a que la manifestación critica y el posicionamiento ideológico se pueda manifestar fácilmente desde cualquier punto del mundo independientemente del rol social que se practique. No importa la edad, y tampoco la condición del individuo dentro de la sociedad, solamente hace falta comprometerse y alterar la conducta de comunicación entre los demás nodos. El icono, la identificación, la formalización de entidades virtuales, complacen la escusa para traficar información atenta y exenta de instituciones. Una sola persona puede construir figuras potentes de revolución. El activista detrás de un megáfono, construyendo discursos para alterar y conducir la multitud, se torna silencioso e igual de eficaz. El ruido se caracteriza por la capacidad de atracción que adopta el ente o lugar activo.
La internet supone el medio en excelencia para difundir propaganda y repercutir en el mundo real. El arte se introduce como la belleza y la habilidad atractiva, el ingenio revolucionario que somete al individuo a fascinación. El ente creador queda en el anonimato y no se entiende tanto como una figura de orientación social, sino como un fenómeno que revela o delata una problemática de interés común. El sentimiento de ser engañado cabrea al individuo. La internet ofrece la posibilidad de influir en la sociedad mediante un discurso coherente con la época promoviendo la aceptación determinante para conmover y convencer a la masa. Una contrarreforma informativa que actúe en paralelo y de forma combatiente. La red supone un estimulo contrainformativo que se antepone a las dictaminadas por el sistema, y que ofrece la posibilidad de combatir el engaño del espectáculo, alentando a la muchedumbre y destrozando los mecanismos sociales que entretejen el carácter inquisitivo del sistema.
Bibliografía:
Mensajes revolucionarios; Antonin Artaud
Manual de guerrilla de la comunicación; grupo A.F.R.I.K.A
El final de la utopía; Herbert Marcuse
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